El violento pasado de la Luna, explicado en 10 imágenes épicas
Estamos acostumbrados a ver la luna como un tranquilo y frío acompañante de nuestro planeta en el cielo nocturno, pero no siempre fue así. El único Satélite natural que tiene la Tierra se ha forjado en una historia de fuego y violentas colisiones cósmicas. El veterano artista Ron Miller nos ofrece estas espectaculares ilustraciones que nos cuentan algunos capítulos de ese oscuro pasado de la Luna.
Miller no es un cualquiera en el mundo del arte. Es miembro de la Academia Internacional de Astronáutica, de la Asociación Internacional de Artistas Astronómicos y de varias sociedades más dedicadas a interpretar el arte de la manera mas científica posible. También ha sido asesor artístico en multitud de novelas y películas relacionadas con el espacio. Si hay alguien que puede imaginar con precisión como fueron esos instantes, ese es Ron Miller.
Comenzamos nuestro viaje hace 4.527 millones de años (año arriba, año abajo). La hipótesis más extendida sobre la formación de la Luna la explica como el resultado de una violenta colisión entre la Tierra y un planetoide del tamaño de Marte conocido como Theia. Lo que véis sobre estas líneas no es la Luna, sino Theia, poco antes de impactar contra la Tierra primigenia, en aquel entonces, poco más que una bola de magma incandescente.
El impacto fusionó Theia con el núcleo de nuestro propio planeta y envió al espacio ingentes cantidades de materia incandescente. Parte de ese material volvió a caer sobre nuestro planeta, y parte quedó flotando en órbita.
Durante un corto periódo (en términos astronómicos) La Tierra estuvo rodeada por un cinturón de materia, como Saturno, hasta que los fragmentos se fueron uniendo en una única masa sólida.
En aquel tiempo, la luna (en primer plano) no era más que una masa de materiales incandescentes azotada por violentas explosiones a medida que nuevas partículas de distinto tamaño se unían a la masa principal.
La superficie de la luna se fue enfriando, pero siguió sufriendo fuertes reacciones volcánicas que dejaron multitud de marcas en su superficie. La Tierra (al fondo) también se fue enfriando y recuperándose del impacto de Theia. Es probable que nuestro planeta mantuviera un fino anillo de material a su alrededor durante mucho tiempo.
Unos 1o millones de años más tarde tuvo lugar el segundo gran fenómeno que dió forma a la Luna. Se cree que el cinturón de materia generado durante la colisión con Theia formó varias lunas. En algún momento, estas lunas se fusionaron. La colisión probablemente no fue tan cataclísmica como la de Theia contra la Tierra.
Aunque menos violenta, la colisión, vista desde la luna, hubiera sido este hermoso y letal muro de magma esparciéndose por la superficie. Se cree que esta colisión es la causa de que la Luna no sea proporcionadamente esférica.
Durante millones de años, erupciones volcánicas y grandes ríos de lava marcaron la superficie de la Luna con muchos de los cráteres y planicies de Lava documentados hoy en los mapaslunares.
A las erupciones internas se sumaron los impactos externos que ninguna atmósfera amortiguaba. Las huellas de estos impactos pueden verse en marcas como el cráter de Aitken, de 130 kilómetros de diámetro, situado en el polo sur lunar.
El asteroide que ocasionó el cráter de Aitken ocurrió hace 3.000 millones de años. Es posible que en los océanos primigenios de aquella Tierra solo contemplaran el impacto un puñado de algas primitivas, pero tuvo que ser todo un espectáculo no muy diferente a esta ilustración.
Illustraciones: Ron Miller
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