En la isla de San Giorgio, copada en su totalidad por instalaciones de los monjes benedictinos y de la Fundación Giorgio Cini, dedicada a la acogida y educación de los niños huérfanos de pescadores, se esconde de su pasado el padre Pellegrino Ernetti.
Profesor de Prepolifonía (música anterior al año 1000) en el Conservatorio Benedetto Marcello de Venecia, Ernetti oculta sus investigaciones sobre el tema del Tiempo, ocupándose en la actualidad (1993) de recibir y tratar entre 400 y 500 personas semanales aquejadas de estar poseídas. Es ¡Exorcista!
[Al año siguiente, murió].
Por ello, la llegada del periodista Javier Sierra al feudo benedictino de San Giorgio debió de incomodarle. Se negó prácticamente a hablar cómo él. Ayudado de un nutrido equipo de científicos europeos, había estado diseñando (en plena década del 40) una máquina capaz de fotografiar el pasado.
––El principio es muy sencillo ––termina reconociendo, después de reiteradas negativas––: las ondas visibles y sonoras el pasado no se destruyen. Y no lo hacen porque son energía. La grandeza de nuestro invento, que llamamos Cronovisor, está en poder recuperar esa energía y recomponer las escenas.
Ernetti hizo varias declaraciones apresuradas a la prensa italiana de finales de los años 40. Aseguró haber recompuesto, en su versión original, la oficialmente desaparecida obra "Thyestes", elaborada por Quinto Ennio y representada en Roma hacia el año 169 EC.
También aseguró haber obtenido el texto original de las Tablas de la Ley entregadas por Yahweh a Moisés en el Monte Sinaí, aparte de otras singulares "cronografías" obtenidas de la destrucción de Sodoma y Gomorra, y de otros trascendentales episodios bíblicos.
El eje de su planteamiento se centra en la admisión de la existencia del Éter, en donde se recogen todas y cada una de las acciones externas emprendidas por los seres humanos. Según Ernetti, cada uno de nosotros emite millones de ondas a lo largo de su vida, que quedan atrapadas en alguna parte.
Después, gracias a la utilización del instrumental adecuado para acceder a ese estadio de información y decodificar las ondas que se están buscando (en lo que se emplea un oscilógrafo catódico para reconstruir las emisiones originales, según Robert Charroux) se pueden acceder a las imágenes y sonidos que se deseen.
––Pero todo ha terminado ––responde contundentemente el padre Ernetti––. Yo ya hablé.
"El Papa Pío XII nos prohibió que divulgáramos cualquier detalle sobre esta investigación, porque la máquina del pasado es muy peligrosa. Puede cortar la Conciencia de Libertad del hombre, ya que con este aparato se podría conocer qué has estado haciendo esta mañana, dónde cuándo, cómo...".
––¿Sigue Ud. manteniendo, a pesar de los años, que todavía posee el texto original de las Tablas de la Ley?
––Sí, lo tenemos. Pero no podemos desvelar nada. Lo siento.
––¿Y cuándo cree que podrá hablar, padre?
––No lo sé. Ya sabe que hay muchas cosas que reciben el nombre de Secreto de Estado...
––¿Del Vaticano?
––No. De todos los Estados. Por eso no es posible hablar.
El padre Ernetti se cerró a todas las consultas. Negó su implicación en la obtención de una supuesta cronografía del rostro de Jesús agonizante en la cruz (en la foto). Y se cubrió las espaldas de sus actividades del pasado con su impenetrable silencio.
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